LA FUNCIÓN MEDIADORA DE LA EDUCACIÓN
Lorenzo
Tébar Belmonte
“En el pasado, la
educación adquiría muchas formas y demostró ser capaz
de ajustarse a las
cambiantes circunstancia, fijándose nuevos objetivos y diseñando nuevas
estrategias.
Pero el cambio actual no
es como los cambios del pasado.
En ningún otro punto de
inflexión de la historia humana los educadores debieron afrontar
un desafío estrictamente
comparable con el que nos presenta la divisoria de aguas contemporáneas.
Sencillamente, nunca antes
estuvimos en una situación semejante.
Aún debemos aprender el
arte de vivir en un mundo sobresaturado de información.
Y también debemos aprender
el aún más difícil arte de preparar
a las próximas
generaciones para vivir en semejante mundo”.
(Bauman, Z.( 2007): Los retos de la educación en la modernidad líquida. Barcelona:
Gedisa, p. 46).
SUMARIO:
I.- ¿QUIÉN EDUCA EN LA SOCIEDAD ACTUAL? II.- LA SOCIEDAD
NECESITA DE UNA EDUCACIÓN MEDIADA. III.- TAREAS MEDIADORAS QUE COMPETEN A LA
EDUCACIÓN. IV.- ¿CUÁL ES LA APORTACIÓN ESPECÍFICA DE LA MEDIACIÓN A LOS PROCESOS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE? V.- ¿CON
QUÉ EDUCADORES MEDIADORES? VI.- METÁFORAS Y ANALOGÍAS DE LA FUNCIÓN EDUCADORA.
BIBLIOGRAFÍA.
RESUMEN:
Partimos de la
educabilidad del ser humano, que permite un desarrollo del potencial de cada
persona, contando con la competencia y profesionalidad de los educadores. La
Pedagogía de la Mediación aporta elementos valiosos en las diversas formas de
transmisión, formación e intervención, que el adulto puede adoptar ante el
educando. Reducir la educación a instrucción es una limitación de enorme
trascendencia, carente de todo sentido, si creemos que educar no es llenar
mentes, sino ayudar a que surja la persona en su plenitud y se forje de forma
integral. La sociedad necesita de la mediación de la educación para avanzar
hacia valores de sentido y de sana convivencia. Los rasgos de esa educación y
los ámbitos de desarrollo marcan el norte de este análisis abierto y inclusivo.
Para ello es imprescindible la formación de mediadores, para que dominen en su
función formativa las aportaciones que ayudan a disponer del paradigma que
responda con calidad a las demandas educativas de la sociedad en el siglo XXI.
PALABRAS
CLAVE:
Educación, educador,
educando, mediación, paradigma, formación, conocimiento, trascendencia,
libertad, autonomía, responsabilidad, calidad, método, ética, valores, sentido,
interioridad, identidad, solidaridad, pedagogía, método.
ABSTRACT:
We start from the educability of human beings, which
allows developing the potential of each person, with the competence and
professionalism of educators. Pedagogy of Mediation provides valuable elements
in the various modes of transmission, training and intervention, the adult can
take to the learner. Reduce education at instruction is a lack of great
importance, lacking any sense, if we believe that education is not to fill
minds, but to help the person arising out correctly and comprehensively forge.
Society needs the mediation of education to advance values of meaning and healthy
living. The features of this education and development areas mark the north of
this open and inclusive analysis. This requires the training of mediators, to
master in its formative function contributions that help provide the quality paradigm that
responds to the educational demands of society in the XXI century.
GLOSARIO:
Education, educator, educating, mediation, paradigm,
training, knowledge, transcendence, freedom, autonomy, responsibility, quality,
methods, ethics, values, sense, interiority, identity, solidarity, pedagogy,
method.
I.-
¿QUIÉN EDUCA EN LA SOCIEDAD ACTUAL?
Ya adentrados en el
siglo XXI, los educadores, testigos y actores de este momento de la historia de
la humanidad, nos preguntamos cuál es el rol, la necesidad y el sentido de la
educación para la sociedad que queremos construir. La complejidad de este
momento, con sus retos y desafíos cada vez más difíciles necesita un análisis
profundo y desapasionado. La sociedad sufre la turbulencia de un “vacío moral” y de una falta de rumbo, necesita
expertos analistas que diagnostiquen la etiología de los problemas que nos
aquejan y, además, eficaces mediadores que sean capaces de transmitir la
cultura, la identidad propia y los valores que constituyen su acervo. Si educar
es la esencia, la mediación es el modo, el estilo como se desempeña esa misión
educativa. La educación seguirá siendo el motor del cambio, pero es preciso que
ese motor sea activado por profesionales hacia unas metas marcadas. Todos
educamos o maleducamos.
En el gran universo,
la escuela se convierte en crisol de culturas con la misión de dar el nuevo
sabor del mestizaje y de la diversidad. La escuela debe ser el alma de ese
cuerpo desbordante de vida y forja de ciudadanos, desplegando sus talentos con
pasión y esperanza. Para que la escuela sea escenario de vivencias fundantes
debe disfrutar de maestros bien formados. Ser educador-mediador no es ni título
ni cargo especial, es una forma de entender y de expresar la relación
educativa, basada en un sistema de creencias, en el que la educabilidad de la
persona es su principio más genérico, su motivación más elemental. El mediador
es un educador optimista, pues cree en su función modificadora y potenciadora
del ser humano, cualquiera que sea su problema, porque no acepta los
determinismos en educación: Todo ser es modificable a través del progreso y la
expansión de las cualidades que posea la persona. Cree que la genética no tiene
la última palabra, sino que es la relación empática y terapéutica del profesional
la que hará que las leyes más fatales se derrumben ante la fuerza de su
adecuada y persistente mediación. Paradójicamente el mediador es el primer
modificado en su empeño de adaptarse al ritmo, al estilo y la capacidad del
aprendiz, protagonista de cada proceso de aprendizaje y desarrollo.
Edgar Morin ha
estudiado el problema de la complejidad que agrava la dificultad de conocer
nuestro mundo, en general, y el educativo, en particular, de ahí su
posicionamiento: “Este planeta pide un
pensamiento policéntrico, capaz de un universalismo no abstracto, sino
consciente de la unidad-diversidad de la condición humana; un pensamiento
policéntrico, alimentado con las culturas del mundo. Educar para este
pensamiento es la finalidad de la educación del futuro, que en la era
planetaria debe trabajar a favor de la identidad y la condición terreste”
(Morin, E., pág. 77).
Martín Buber afirma
con rotundidad que “la relación es el
alma de la educación”. Pero justifica la necesidad de educación a través de
la convergencia de fuerzas educadoras que el autor caracteriza por su pureza, por
su ternura, por la potencia del amor y por la discreción. Educar significa “conferir a una selección del mundo,
concentrada y expuesta en la persona del educador, el poder decisivo de influir”
(Buber, pag. 22). Es evidente que la fuerza de esta relación mediadora la
ejerce el educador a través de la selección del mundo (cultura) y la adaptación
a la persona del educando, por medio de una pedagogía dialógica.
Si educar es humanizar,
debemos entender que tropezamos con un problema epistemológico al pretender
enseñar y comprender la condición humana, fragmentada, según Morin, ya que lo
humano permanece cruelmente dividido, “fragmentado en pedazos de un
rompecabezas que perdió su figura”. Necesitamos echar mano de las Ciencias
Humanas, para poner solución: “La
educación del futuro debe ser una enseñanza fundamental y universal, centrada
en la condición humana. Estamos en la era planetaria y los seres humanos,
dondequiera que estén, están embarcados en una aventura común. Es preciso que
se reconozcan en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconozcan la
diversidad cultural inherente a todo lo humano” (Morin, E. pág. 57).
II.-
LA SOCIEDAD NECESITA DE UNA EDUCACIÓN MEDIADA
Ni sociólogos ni
visionarios son capaces de aventurar los derroteros inciertos de la sociedad
del futuro. Educar se convierte en una aventura para preparar a los jóvenes de
hoy para afrontar un mundo totalmente incierto e imprevisible. Nos vemos
obligados a avanzar a tientas… Para ello necesitamos la brújula de los
principios y criterios educativos que nos orienten en momentos de turbulencia
hacia el norte que hemos elegido.
Encontramos
rasgos de nuestro tiempo socio-cultural que sugieren una demanda urgente de
educación. Algunos de estos síntomas revisten especial urgencia, aunque toda
elección signifique priorizar en una sociedad globalizada, diversa, neoliberal,
digital, violenta e incierta. Necesitamos salir del laberinto negativo en el
que se halla sumergida la sociedad: “Nosotros
podríamos profetizar que, si nada la refrena o la domina, nuestra globalización
negativa –y su modo alternativo de desproveer de su seguridad a los que son
libres y de ofrecer seguridad en forma de falta de libertad – hace ineludible
la catástrofe. Si no formulamos esta profecía y no la tratamos en serio, pocas
esperanzas puede tener la humanidad de convertirla en inevitable. El único
comienzo prometedor para una terapia contra el miedo y, en última instancia,
nos incapacita es ver más allá de él” (Bauman, 2010, 227).
¿Qué rasgos
identifican una Educación mediada? Seleccionaremos algunos caracteres más
desafiantes y urgentes, a sabiendas de que la educación sólo podrá ofrecer las
respuestas que se le piden, dentro de sus limitaciones, si creamos las
estructuras comunitarias y equipos más adecuados:
1.
Mediación
para la formación de la persona en Autonomía, libertad y responsabilidad.
Nuestra sociedad
exalta al individuo hasta el paroxismo, que hace del individualismo una de las
características más destacadas de las personas de nuestro tiempo. El narcisismo
se apodera sigilosamente del individuo, reduce el mundo de intereses a la
propia vida y al confor. Se desea construir de forma original la manera de ser,
experimentar y consumir paradójicamente las ofertas mercantilistas, que nos
hacen reproducir los modelos publicistas y nos imponen unas formas de pensar,
de disfrutar y de comportarnos. Esta sociedad del “usar y tirar”, de hábitos
compulsivos, de experiencias desbocadas, está pidiendo mediadores que acompañen
y ayuden a discernir entre lo que nos construye y lo que nos explota y
destruye. La tarea de la educación es crear ámbitos donde se ejercite la
libertad, se aprenda a enfrentarse a la toma de decisiones autónomas y se asuma
la responsabilidad de cada uno de nuestros actos. Esta tarea necesita una
Pedagogía dialógica y concientizadora, pero que reserve tiempos de
confrontación personal con la tarea y forme personas autónomas, capaces de
acertar en la toma de decisiones.
2.
Mediación
para afrontar el cambio con reflexión y trascendencia.
El
acelerado cambio y las transformaciones en la sociedad nos producen vértigo. No
podemos seguir el ritmo del dinamismo tecnológico. Las innovaciones y los
descubrimientos escapan a nuestro conocimiento y control. No hay tiempo para
asimilar tanta plétora de información. La novedad y la fascinación de la
tecnociencia nos produce asombro e impotencia. Los sociólogos nos advierten de
esta enorme mutación que hace de nuestra sociedad un río desbordante que escapa
a nuestro control y lo anega todo a su paso, caminando hacia su propia
destrucción, como predice el sociólogo Z. Bauman: “El siglo que nos espera podría perfectamente ser una era de catásdrofe
definitiva. Pero también podría ser una época en la que se negociase un nuevo
pacto entre los intelectuales y el pueblo –entendido ahora como la humanidad en
su conjunto –y se le diese vida. Esperemos que la elección entre esos dos
futuros siga estando en nuestras manos” (2010, 228).
La
educación tiene el desafío de poner reflexión y peso en las inteligencias,
desarrollar la capacidad de pensar y de trascender el presente, de ser capaces
de autodominio y ayude a distanciarnos de las seducciones de los medios que nos
deshumanizan y condicionan nuestras vidas. Los grandes descubrimientos de la
tecnociencia nos hacen pensar y están dando lugar al despertar de una “nueva conciencia social sobre nuestra
viabilidad futura como especie en la Tierra” (Rifkin, 2011, 16), pero dando
su fruto: “Esta nueva conciencia de la
relación… está dando nuevo sentido de identidad de especie. Esta conciencia
incipiente de nuestra interconectividad y de nuestra integración en la biosfera
está dando origen ya a un nuevo sueño relacionado con la calidad de vida”
(Rifkin, 2011: 303).
3.
Mediación
para la regeneración moral y vida interior.
La sociedad está
necesitada de un refuerzo de elevación moral que debe asentarse en principios y
valores éticos. Los pensadores nos advierten del vacío moral en el que nos
envuelve la modernidad líquida, que nos lleva a la “sedación ética (que) viene
en el mismo paquete que la tranquilidad de conciencia y la ceguera moral… El
precio a pagar por los sedantes éticos es el traspaso del conocimiento ético al
dominio de lo desconocido, donde se gestan catástrofes que están más allá de la
capacidad humana de predicción y de esfuerzo preventivo”. (Bauman, 2010:
128). Este mismo sociólogo ve en la tecnología y en el consumismo un fetichismo
tecnológico, una fuerza inhumana que diluye la libertad y la autonomía en aras de
la insensibilidad moral que llevan a esta “sedación
ética o tranquilidad de la conciencia y a la ceguera moral”.
También Bauman, aludiendo
a conocidos pensadores, como Hans Jonas, Jodi Dean y Hannah Arendt, afirma que
todos nos transmiten un mismo mensaje: “Estamos
aquejados de un retraso moral”, que rebaja ostensiblemente nuestra condición
humana, y al que también atribuyó el Papa Benedicto XVI muchos de los problemas
de nuestro tiempo. A la vista de los atropellos humanos a través de la
historia, sentencia esta triste realidad con la frase de H. Jonas: “nuestra sensibilidad moral apenas ha
progresado desde la época de Adán y Eva”. El ejemplo de la bomba atómica
sobre Hiroshima y la destrucción de la ciudad alemana de Wurzburg, ambos
sucesos acaecidos en 1945, son los dos casos paradigmáticos de barbarie
camuflada en exculpación moral por los efectos colaterales, cuando se buscan
fines con un “blanco fácil y sin riesgo”, sin calcular daños irreparables…
El juicio que se llevó a cabo durante 1961 en
la Ciudad de Jerusalén contra el ex Teniente Coronel de las S.S., Adolf
Eichmann, constituye uno de los más interesantes estudios sobre la “banalidad del mal”, en el que los
abogados defensores de Eichmann dieron a entender que la muerte de unos seis
millones de seres humanos del Holocausto no había sido más que un efecto
secundario de un acto de obediencia del coronel a sus jefes superiores., que “no había nada malo en el cumplimiento del
deber con la mayor eficiencia posible... Lo que hubiera estado “mal”, por el
contrario, hubiera sido la intención de desobedecer a sus superiores” (id.
83).
No
hay antídoto fácil para la educación moral, sino la mediación del sentido
crítico y el desarrollo de la capacidad de pensar que nos habilite para, con
una recta conciencia, saber discernir y profundizar en la coherencia de
nuestros juicios, crecer en la vida reflexiva, específicamente humana, que
fundamenta toda vida interior. Si cada día vemos que los desafíos son mayores
para los educadores, necesitamos invertir en profesionales vocacionados y en
valores, tanto o más que en llenar cabezas con contenidos que un día quedarán
obsoletos. Necesitamos de un “salto moral”, ser más cooperativos, más
responsables, más solidarios y atentos al bien común, aunque todo cambio de actitudes
exija acumular experiencias positivas de vida, que sólo en ámbitos educativos
de calidad humana pueden generar la transformación anhelada.
III.-
TAREAS MEDIADORAS QUE COMPETEN A LA EDUCACIÓN
El dilema educación
vs instrucción no cabe en mentes críticas, ante la urgencia de formar para una
sociedad cada vez más necesitada de más personalidad, voluntad y seguridad en
las propias convicciones, incluso para nadar contracorriente. La neutralidad
educativa es una falacia. Ni podemos segmentar a la persona ni privar de
mediaciones que puedan ayudar a crecer, incluso refugiados en la salvaguarda
del adoctrinamiento. La relación educativa debe poseer las tres condiciones de
un verdadero acto pedagógico: intencional,
significativo y trascendente, para que cumpla su auténtico y específico
cometido (R. Feuerstein (1980, 20). Los desafíos aparecen cada día con más
intensidad: drogas, alcohol, uso del dinero, relaciones de todo tipo, uso del
ocio, manejo de las redes, política, violencia, fundamentalismos, sectas, etc.
El conformismo, la imitación masiva y gregarismo, impuestos por la publicidad y
los medios minan y ponen en riesgo la vida de los jóvenes.
En todas estas
situaciones se hace más evidente la necesaria presencia benéfica y el
acompañamiento de adultos formados. Se crece desde dentro, por esa misma razón,
la educación se puede definir como un “itinerario
de interioridad”, de desarrollo de capacidades y actitudes vitales. La
función mediadora es de multitarea, incesante, pero cálida y gratuita, cordial
y reflexiva, que se expresa en todas las tonalidades, con cuantas personas y
situaciones nos encontremos. No debemos obviar el clima de confianza que debe
presidir toda mediación, a sabiendas de que la confianza no se impone, se
conquista.
1.
Mediar
la identidad en un momento multicultural
Se constata la
dificultad de mantener el respeto a los demás, salvando la propia identidad,
frente al mimetismo que amenaza en diluirnos en una identidad líquida y difusa.
El uso de las libertades tiende a excesos normales que complacen a unos y
hieren a otros (el debate de la laicidad y de Charlie Hebdo, en Francia). Los
extremos son fáciles si, encerrados en ghetos, nos desconocemos, desconfiamos y
maquinamos sospechas. Un pacto social sólo puede llegar por una educación
abierta, compartida desde la infancia, conociéndose y cooperando en las
inquietudes y alegrías de cada día, compartiendo equipos y tareas. Más que
buscar nuestras diferencias, hay que buscar lo que tenemos en común, lo que nos
une, lo que podemos juntos. La transferencia de los aprendizajes a la vida, con
la intervención adulta del mediador en el aula es imprescindible para el
propósito de sentido y eficacia formativa de toda acción pedagógica.
2.
Mediar
el sentido de la vida.
Es el gran tema de
mediación, que encierra a todos los demás. La sed de absoluto, de certeza, de
verdad y de felicidad son motores de crecimiento. Llenar de sentido el vacío,
los silencios, el dolor, la soledad, la angustia y la frustración, necesitan un
proceso de acompañamiento y de maduración. La mediación es imprescindible para
plantear y buscar las respuestas a las grandes cuestiones del ser humano: Dios,
vida, mal, dolor, muerte, inmortalidad… La honda reflexión de cada día en el
aula, unida a las vivencias positivas, a la lucha y la superación de problemas,
a las experiencias de gratuidad, de tiempos fuertes de autoexamen y de
convivencias formativas, tanto en lo humano como en lo divino…, exigen
mediadores, catequistas, guías, orientadores que aporten su testimonio vital de
sentido.
No podremos construir
sentido si no cultivamos humanidad. Ésta es la breve definición que nos aporta
M. Nussbaum : “Deberíamos reconocer la
humanidad –y sus ingredientes fundamentales: razón y capacidad moral,
dondequiera que aparezca, y comprometer nuestra lealtad en primer lugar con esa
comunidad de humanidad”. (Nussbaum, 86). La contrapartida para esta
pensadora sería dejar rienda suelta a nuestra animalidad: “Sería catastrófico convertirse en una nación de gente técnicamente
competente que haya perdido la habilidad de pensar críticamente, de examinarse
a sí misma y de respetar la humanidad y la diversidad de otros… Pronto
exhalaremos nuestro último suspiro –escribió Séneca al final de su tratado
sobre los efectos destructivos de la ira y el odio.- Mientras tanto, mientras
vivamos, mientras nos encontremos entre los seres humanos, cultivemos nuestra
humanidad”. (Nussbaum, 327).
3.
Mediar
la libertad
Se dice que el miedo
es el nombre que damos a nuestras incertidumbres, a nuestra ignorancia. El miedo
es un sentimiento que conocen todas las criaturas vivas. “El miedo y el mal son gemelos siameses. Es imposible encontrar el uno
sin el otro”, afirma Bauman, 2010,75). Los filósofos modernos separan los
desastres naturales de los males morales. “De
ahí que el terremoto, sumani e incendio que se unieron para destruir Lisboa en
1755 marcó el principio de la filosofía moderna del mal” (id, 80). El mal
es omnipresente, por eso en otro momento afirma: “El mal no es más que el Demonio que se oculta tras un nombre más
corto, apenas disimulado por esas tres letras” (Id. 91).
Frente al miedo, libertad.
Paradójicamente en nuestro tiempo, cuando aparentemente existe total libertad,
se proclama como valor primero y se alardea de ella, podemos afirmar que la
libertad hoy está constantemente amenazada. Existe “el miedo a la libertad”, que nos remite al célebre estudio de E.
Fromm, y a tomar las riendas de la vida, a pensar, a tomar decisiones, al
compromiso, a olvidarse de sí para darse a los demás, a la muerte, a los dioses
(falsos!)…, son barreras que hay que ayudar a salvar a través de experiencias
de autosuperación. Liberar de los silencios cobardes, como de los miedos, exige
crear certezas, seguridad en sí mismo y en el entorno, convicciones firmes,
vivencias positivas y confianza en los demás: “El miedo y la incertidumbre, los dos archienemigos de la confianza”
(id, 199). Podemos experimentar la resistencia a asumir riesgos, a liberarnos
de los condicionamientos que nos esclavizan con sutiles hilos. La mediación se
hace imprescindible, pues es y debe ser siempre luz desveladora, focalizadora, crítica,
desenmarcaradora de falsas libertades y medias verdades. Aquí es obligada la
referencia evangélica: “La verdad os hará
libres” (Jn 8, 32).
4.
Mediar
formación en la responsabilidad
Si todo ser humano
debe saber pesar en su justa medida sus juicios y sus actos respecto de sí
mismo y de todos los demás, hoy encontramos otro imperativo categórico sobre el
poder que el hombre ha alcanzado con la ciencia y la técnica, con la
posibilidad de alterar o destruir la vida planetaria. Sólo la formación en la
responsabilidad podrá devolver la inocencia perdida por la degradación del
medio ambiente y por la explotación de la energía atómica y permitirá encauzar
las enormes posibilidades de la investigación genética. Estos parámetros sirven
a H. Jonas en su ensayo ético, El
principio de la responsabilidad, para alertar de la necesaria formación en
la responsabilidad para salvar la libertad y salir inmunes de las amenazas,
pues “la técnica se ha convertido en
amenaza” que nos acecha por la ingenuidad de los nuevos poderes, de ahí
que: “El prototipo de la responsabilidad
es la responsabilidad del hombre por el hombre… y la responsabilidad primordial
del cuidado paterno es la primera que todo el mundo ha experimentado en sí
mismo”. (H. Jonas, 2008, 172).
La maduración y la
ponderación llegan a los educandos a través del acompañamiento y la asimilación
de los criterios éticos que acompañan a la concientización ante la
trascendencia de nuestras decisiones. La gratuidad y la falta de
responsabilidad, en las etapas formativas del niño y del adolescente, llevan a
la inconsciencia y a la ignorancia del auténtico valor de las cosas. Formar en
el esfuerzo, la renuncia, el autocontrol, la superación, la solidaridad…, es el
camino para aprender la responsabilidad. El logro es mínimo sin la mediación y el
acompañamiento de los adultos, en la familia y en la escuela, especialmente.
Dar una prudente autonomía responsable y exigir cuentas es una valiosa mediación,
adaptada e imprescindible, para ayudar a madurar.
5.
Mediar
la colaboración solidaria
Somos seres
necesitados de los demás. Uno de los primeros aprendizajes en la vida es
nuestra dependencia absoluta de nuestros progenitores –la neotenia es ese fenómeno de la biología del desarrollo que
explica nuestro retraso y lenta evolución, en comparación con los demás seres
vivos, que exige el cuidado de los mayores para salir adelante en los inicios
de la vida-. En nuestras relaciones descubrimos la primacía de los demás. Nos
miramos en los otros, como en un espejo, pues el yo no se configura sino con el
tú delante, como enseñaba E. Levinas. Mathew Lipman promovió el desarrollo del
pensamiento en su programa Filosofía para
niños, para que desde pequeños aprendamos a vivir en sociedad, asumamos
reglas de convivencia y de integración social.
El individualismo de
nuestro tiempo ha atrofiado este aprendizaje, causando tremendas desigualdades
y problemas. La mediación educativa ayuda a la apertura al entorno, hasta
proyectarse en toda la humanidad. Sin los otros no podemos realizarnos. La
solidaridad es el aprendizaje de la gratuidad, de la donación, de la justicia,
como pacto social de derechos y deberes, del amor hecho vida, que es dar y
saber darse a sí mismo. Esta educación mediada exige concebir un proyecto de
vida humana donde la moderación, la austeridad y el compartir deben entenderse
como actitudes que aseguren la coherencia entre lo que creemos y lo que
queremos que sea la vida, donde aprendemos lo que necesitamos de los demás y lo
que los demás esperan legítimamente de nosotros.
6.
Mediar
la tolerancia
Las aulas convertidas
en arco iris de colores y culturas, son el escenario del aprendizaje de la
tolerancia y de la inclusión, que abrirá las mentes a otras culturas y alejará
toda tentación de radicalismos y uniformismos religiosos, morales, ideológicos…
La tolerancia se expresa por el respeto, la escucha, la aceptación
incondicional del otro y la eliminación de todo adoctrinamiento. Se deben
aceptar las personas, no necesariamente sus ideas y principios. Llegar a
alianzas, a un pacto social de convivencia exige una formación abierta al mutuo
conocimiento y a vivencias colaborativas: Aprender a conjugar derechos y
deberes.
Abbott y Ryan
recuerdan el aviso del filósofo checo Nikolaus Lobkowicz, que se enfrenta al
problema de cómo ser tolerante sin caer en el relativismo, observando que las
democracias en el siglo 21 se enfrentan a una paradoja potencialmente
peligrosa, de cómo equilibrar la tolerancia sin caer en un mundo donde todos
los problemas son relativos, pues “Vivimos
en sociedades con ideas contradictorias sobre casi todo, desde las verdades más
básicas hasta los temas de conducta moral.” (Abbott-Ryan, p.67). Resulta difícil para
una escuela anclada en los problemas del pasado y con una agenda marcada por la
rutina, abrir cauces de tolerancia y de respeto al pluralismo ideológico. Este
tipo de educación está en peligro de convertirse en análoga a “ordenar las tumbonas en el Titanic, mientras
se hunde en las profundidades heladas”. (id).
7.
Mediar
la trascendencia, la esperanza para sobrevivir.
La auténtica
educación se aproxima a una pasión de
esperanza. El educador mediador espera vitalmente en el fruto de su
aportación modificadora y potenciadora en la educabilidad de cada educando. La
esperanza mira al futuro: “El precepto de
Adorno, según el cual la tarea del pensamiento crítico no consiste en la
conservación del pasado, sino en la redención de las esperanzas del pasado”
(Bauman, 2010, 226). El filósofo español, Laín Entralgo, analiza el concepto de
trascendencia en su doble acepción metafísica: “lo trascendental” (lo que las cosas son por el hecho genérico de
ser reales), o psicológicamente, y, en principio sin ninguna pretensión
filosófica, a “lo trascendente” (a la
posibilidad, creíble o no, de que exista algo real más allá de lo que ante el
mundo y ante nosotros mismos naturalmente sentimos y pensamos). (Laín, 1999,
200).
No poseemos ningún
algoritmo que nos garantice la certeza, la espera supone precaución y riesgo,
la reflexión siempre engendra indecisión, sobre todo cuando hay que conjugar
medios y fines. Sabemos esperar a corto plazo, pero apostar por una verdad
definitiva exige una fe sólida, teniendo presente que son “las certidumbres doctrinales, dogmáticas e intolerantes las portadoras
de las peores ilusiones” (Morin 2001, 103), y además, buscando trascender
el presente, este pensador afirma : “El
futuro es abierto e impredecible. Esta incertidumbre viene producida por la
velocidad y la aceleración de procesos complejos y aleatorios, característicos
de nuestra era planetaria”. (Id, 95).
El análisis del tema
de Morin nos aporta formas diversas de mediación en la esperanza, que es, en el
fondo, aprender a afrontar la incertidumbre:
“El conocimiento es navegar en un océano de incertidumbres a través de
archipiélagos de certezas” (Id. 104). La mediación se hace especialmente
imprescindible en el salto que apunta al futuro, a lo desconocido, a las
posibles aplicaciones de los aprendizajes a la vida. Sólo el mediador puede
iniciar en la trascendencia, puesto que ya conoce e intuye las trampas de la
vida y las posibilidades de éxito o fracaso, en la aplicación de los
conocimientos y competencias –elemento muy ausente en la didáctica general-,
que exige ejemplificar cómo los aprendizajes tienen una utilidad en las más
inverosímiles situaciones de la vida, que el estudiante ni imagina ni es capaz
de concebir, pero que, al conocerlas, descubre el gusto de aprender y la
motivación en su trabajo de aprendiz.
IV.-
¿CUÁL ES LA APORTACIÓN ESPECÍFICA DE LA MEDIACIÓN A LOS PROCESOS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE?
De forma
simplificada, aludimos a las numerosas aportaciones de la Pedagogía de la
Mediación, que motivan nuestra propuestas en los procesos formativos de los
docentes (Tébar, 2003, 2009 y 2011).
1.
Da
fundamento psicopedagógico y científico al paradigma de la mediación.
2.
Propone
un proceso de construcción de las estructuras del conocimiento: El Mapa
cognitivo.
3.
Da
relevancia del papel del profesor-mediador: Estilo didáctico y criterios
de interacción.
4.
Presta
atención a los procesos cognitivos-afectivos-sociales y enseña a pensar.
5.
Centra
todo proceso en el educando: Creando empatía, motivación e implicación.
6.
Describe
y guía a través de un programa (PEI) la solución a las funciones
deficientes y potencia sus capacidades.
7.
Desarrolla
a través de la metacognición y el insight, el aprendizaje estratégico y
significativo.
8.
Potencia
la acción profesional del docente como guía-orientador, organizador del
aprendizaje, tutor y terapeuta.
9.
Aporta
un modelo de evaluación dinámica del potencial de aprendizaje (LPAD).
Pretende crear un entorno modificador,
potenciador, implicando a padres y educadores para lograr sus objetivos
V.-
¿CON QUÉ EDUCADORES MEDIADORES?
Ningún proyecto
educativo llega a feliz término sin profesionales adecuados. La sociedad actual
necesita maestros bien formados, vocacionados y entregados a la noble misión de
educar. Los educadores deben encarnar y ser modelos referenciales de los
valores que enseñan, sabiendo que los hechos hablan más alto que las palabras y
los discursos. Encarnar una pedagogía dialógica, con rostro humano, relacional,
exige una formación amplia que dé autoridad y autoestima a la profesión. Nos
remitimos a la descripción de los 32 rasgos del “Perfil del Profesor Mediador”, agrupados en torno a los diez
bloques que responden al estilo de enseñanza, -pasos de la metodología de la
mediación, según nos enseña la Pedagogía de la Mediación, que fundamenta dicha
propuesta metodológica.
Es necesario
actualizar el paradigma pedagógico, sistema de principios y de teorías que
fundamentan todo estilo y método pedagógico. En la mente de todo educador debe
estar claro su proyecto formativo, para saber qué tipo de persona quiere formar
junto a los demás profesionales que forman la Comunidad Educativa. No bastan
las buenas y modernas máquinas, que jamás podrán sustituir al
educador-mediador, que debe proyectar con claridad su sentido de la vida, su
esperanza en el ser humano, su actitud abierta y positiva, su compasión
afectiva, su sentido crítico y su propósito de búsqueda de la verdad y libertad
de la persona. Su espíritu optimista le lleva a rechazar todo determinismo en
la educación, reconociendo el carácter constructivo y potenciador de su misión,
en la que trata de conquistar la cercanía y la confianza de cada uno de los
educandos.
El educador necesita
permanente formación y actualización en los tres ámbitos que constituyen el
núcleo de la Educación (Antropología –sujeto-, Teleología –fines- y Psicopedagogía
–medios-), para responder a las exigencias nuevas de las personas y de la
cultura ambiente. La formación a lo largo de la vida es hoy una imperiosa
necesidad, para responder al mimetismo que la escuela guarda con la sociedad,
tanto en los contenidos como en los recursos técnicos, exigencias, profesiones
y retos nuevos. El eslogan popular ha resumido sabiamente este pensamiento: “Quien se atreva a enseñar, nunca debe dejar
de aprender”.
VI.-
METÁFORAS Y ANALOGÍAS DE LA FUNCIÓN EDUCADORA:
Cada
educador tiene sus representaciones de la función educadora, pero ésta no se
agota, sino que se enriquece a medida que ahondamos en la diversidad de
interacciones y la proyección vital que tiene todo acto educativo. Cuando el
mediador está abriendo el horizonte, formando espíritus flexibles y capaces de
adaptarse a ámbitos nuevos y situaciones cambiantes de la vida, está ejerciendo
una misión con representación mental renovada. En cada cultura, en cada
disciplina podemos encontrar términos que nos ayuden a enriquecer nuestra
creatividad sobre las funciones mediadoras que pueden aparecer en el acto
educativo:
-
ARQUITECTO: Proyecta, planifica, tiene
visión innovadora.
-
CONSTRUCTOR: Diseña, prepara, organiza
los pasos. Propone el método eficaz.
-
PUENTE: Actúa como facilitador de un
salto, de un paso imposible que acerca límites.
-
MOTOR: Activa y genera motivación,
implicación, éxito, vida.
-
TRANSFORMADOR: Capaz de adaptar,
cambiar, crear nuevas imágenes y estructuras.
-
ADAPTADOR: Crea tareas adecuadas a cada
uno, nivela complejidad y abstracción.
-
AMPLIFICADOR: Resalta lo esencial,
sintetiza, valora e impulsa al éxito.
-
ENTRENADOR: Preparador para momentos
difíciles, técnico, estratégico.
-
FILÓSOFO: Cuestionador que interpela,
ayuda a pensar con rigor y profundidad.
-
TERAPEUTA: Previene, diagnostica y pone
el remedio oportuno al problema.
-
GUÍA: Sherpa que abre nuevas rutas y
acompaña en la ascensión de la montaña.
-
GESTOR: Hace que cada uno rinda al
máximo, coopere y experimente el éxito.
-
LANZADERA: Provoca, estimula el potencial
de cada alumno. Exige, desafía, reta.
-
BRÚJULA: Orientación segura, criterios
sanos y medios eficaces. Norte claro en la vida.
-
CHEF: Crea nuevos sabores, disfrute de
interdisciplinariedad y diversidad de colorido.
-
MÉDICO: Observa indicios de disfunciones,
diagnostica, busca terapia y remedia.
-
SAMARITANO: Paradigma de compasión,
ayuda generosa y gratuita, incluso al enemigo.
-
DIRECTOR DE ORQUESTA: Da voz a todos,
sintoniza y armoniza ritmos con todos.
-
ACTOR: Cuida la claridad, expresión,
despierta atención para que llegue el mensaje.
-
…
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-
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perfil do professor mediador. Pedagogia da mediaçao. Sâo Paulo: SENAC.
Síntesis
La Educación de los ciudadanos es una exigencia
de toda sociedad, para transmitir su patrimonio cultural y formar los
ciudadanos para construir un mundo
mejor. Partimos de la educabilidad del ser humano, que permite un desarrollo
del potencial de cada persona, contando con la competencia y profesionalidad de
los educadores. La Educación se convierte en la mediación insustituible, la
estructura compleja para ayudar a que surja la persona en su plenitud.
Realmente en la Educación se encierra un tesoro, que debe aflorar por la
acogida, acompañamiento y formación integral de la persona.
La Pedagogía de la Mediación aporta elementos
valiosos en las diversas formas de transmisión, formación e intervención, que
el adulto puede adoptar ante el educando. Reducir la educación a instrucción es
una limitación de enorme trascendencia, carente de todo sentido, si creemos que
educar no es llenar mentes, sino ayudar a que surja la persona en su plenitud y
se forje de forma integral. La sociedad necesita de la mediación de la
educación para avanzar hacia valores de sentido y de sana convivencia. Los
rasgos de esa educación y los ámbitos de desarrollo marcan el norte de este
análisis abierto y inclusivo. Para ello es imprescindible la formación de
mediadores, para que dominen en su función formativa las aportaciones que
ayudan a disponer del paradigma que responda con calidad a las demandas
educativas de la sociedad en el siglo XXI.
La educación necesita actualizarse para
responder a las demandas y necesidades de cada época. La experiencia educativa
debe ser fundante y enquecedora para todo educando. Esta responsabilidad de
logro y eficacia en el éxito formativo, incumbe a toda la sociedad, pero de
modo especial a los padres, primeros educadores, a los docentes, a los centros
educativos y, por extensión, a toda la sociedad. Tomar conciencia de la
trascendencia que para toda la vida tiene el tiempo de formación, descubrir el
talismán que se oculta en cada persona, debiera ser el empeño de los
profesionales de la educación.
Asistimos a la competitividad social, a los
retos que presenta la cultura liberar y la sociedad consumista y pragmática. La
escuela, los educadores, navegan contra-corriente en un mundo de
incertidumbres, relativismos y claudicaciones. El abandono de los docentes es
una lacra moral para toda la sociedad. Velar por la formación de los docentes,
evitando la desprofesionalización y abandono, es una medida urgente de todas
las administraciones educativas, responsables de administrar todos los recursos
para la mejor causa de la educación.
La aportación e inversión que cada sociedad
haga al individuo a través de la Educación va a determinar las diferencias y
brechas que se siguen abriendo, cada vez más profundas entre países pobres y
ricos. Tanto más provechosa será la educación cuanto más formados estén los
protagonistas de esta misión imprescindible para conseguir una educación
humanizante y cargada de competencias y valores que den sentido a cada persona.
Que la educación llegue a los millones ciudadanos que están privados de ella,
es el primer deber de nuestra sociedad. Sin esta mediación no podrán desparecer
los prejuicios, los odios, la marginación y la violencia en el mundo. Este es
el reto supremo de la modernidad y del futuro incierto que nos espera. Aprender
es vivir, pero no basta almacenar conocimientos, es necesario ayudar a que cada
ser humano se construya desde dentro para llegar a ser libres, autónomos y
vivir plenamente nuestra existencia. La mediación educativa es nuestra suprema
responsabilidad, si queremos construir vidas en plenitud.
Hacer de la formación permanente una cultura,
donde toda la Comunidad aprende, donde se crean lazos y se consensúan las metas
educativas, debe ser una constante prioritaria en los Establecimientos
Escolares. Los cambios vertiginosos y los medios que nos aportan las nuevas
tecnologías obligan a los docentes a ponerse al día sin cesar. Este es el
camino para que la profesionalidad, dedicación y autoestima de los educadores
crezcan. Un reto que nos interpela a todos los que sentimos la llamada de los
niños y jóvenes de hoy, con los que preparamos la sociedad del mañana.
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