El valor de la Mediación Educativa...



EL VALOR DE LA MEDIACIÓN PARA POTENCIAR
EL DESARROLLO COGNITIVO
Y LA RELACIÓN EDUCATIVA EN EL AULA.
Lorenzo Tébar Belmonte

“El concepto de la mediación de Feuerstein constituye el rol central con el que la interacción social produce el cambio cognitivo”. (McGuinness en Maclure & Davies (1991): Learning to think: thinking to learn. Oxford: Pergamon Press: 219).

La renovación pedagógica que se viene urgiendo en las aulas por los fracasos escolares que se repiten, exige un profundo análisis crítico de las causas que los provocan. Necesitamos, acto seguido, buscar un constructo teórico que nos ayude a interpretar el problema y hallar una explicación científica, junto a los principios psicopedagógicos, que mejor pueden responder a una fundamentación teórico-práctica de la educación. Desde unos argumentos profesionales saltamos ahora a las exigencias de implantar una formación basada en competencias. Es urgente una clarificación didáctica, para llegar a entender los diversos procesos que implica un cambio tan sustancial, como el que precisa una educación que responda a los desafíos de la sociedad del conocimiento y enseñe a aprender y a pensar a nuestros educandos. Caminamos a tientas, a golpe de decreto, navegando sin rumbo a través de “un archipiélago de certezas, en un océano de incertidumbres”, como acuñó Edgar Morin.
            No es necesario incidir en las razones y motivaciones del cambio pedagógico, pues abundan los documentos que apremian a acometer este esfuerzo social que no acaba de gestarse. Pasa el tiempo y las recomendaciones de PISA sobre las políticas educativas no aterrizan, se sigue constatando entre el profesorado la resistencia al cambio y el mantenimiento de unas estructuras obsoletas que deberán caer por su obsolescencia e ineficacia. La sociedad cambia a ritmo de vértigo, casi de forma irreversible, y la escuela sigue su pedaleo lánguido y rutinario. Se investiga en la empresa y en la industria, pero en la educación no se proponen proyectos controlados de innovación que den pautas firmes y seguras.
            Mientras esta realidad persiste, volvemos a reafirmarnos en el valor del paradigma mediador para una propuesta de renovación pedagógica. Vamos a sintetizar los elementos que constituyen nuestra firme convicción para formar a los docentes y restaurar la pedagogía que se precisa para una educación con visión de futuro, fundada en los hallazgos más reconocidos de la psicopedagogía actual.
            Es indudable que cuantos investigan o proponen algún camino a seguir han recibido inspiración y luces de otros más adelantados. Tenemos numerosas teorías, principios y programas que nos ayudan a reconocerlos, como hitos seguros en nuestro caminar incierto. Pero debemos echar mano de su magisterio, constatando su vigencia y rica aportación. No quisiéramos excluir ninguno, pues cada autor nos ha prestado su enfoque complementario y perfeccionador. El libro aludido en el inicio de Maclure y Davies recogió en el primer congreso, organizado por la OCDE, los programas imperantes en ese momento que han marcado un itinerario a seguir en la renovación psicopedagógico que ahora se reactiva (Maclure & Davies, 1991).

1.      MOTIVACIONES Y ELEMENTOS IMPLICADOS.
Toda síntesis entraña una dificultad de comprensión, al dejar elementos significativos por el camino y querer señalar sólo las claves más sustanciales de un proyecto. ¿Qué o quién nos exige orientar nuestro esfuerzo para el cambio? Existen poderosas razones, alentadas desde los ámbitos científicos, técnicos, sociales, pero, especialmente, psicopedagógicos. El imperativo sociocognitivo constructivista se puede sitúa en la posición más firme, iluminando la renovación pedagógica del futuro. Desde el esplendor de sus principios redefinimos los conceptos esenciales de la propuesta mediadora:
a)      El EDUCADOR: El docente mediador, guía, orientador, experto en los procesos de enseñanza-aprendizaje. El maestro es quien hace que la escuela funcione. El cambio imprescindible debe empezar por seleccionar y formar al maestro para que haya equipos profesionales, para que haya líderes y directivos. Pero es evidente que vislumbramos un modelo, una serie de condiciones y cualidades que configuran al maestro ideal o, al menos, al educador que mejor responde a una nueva escuela. Nuestro primer intento fue definir el perfil del docente-mediador, para después configurar su estilo mediador a través de una pedagogía relacional, basada en el paradigma mediador de Reuven Feuerstein.
b)       EL EDUCANDO: El protagonista auténtico, la razón de existir de la escuela y el centro de la vida de las aulas. Todos hemos vivido la experiencia de aprendizaje, pero asistimos desbordados a la desoladora y vergonzosa tasa de fracaso escolar (30%), que pone a la escuela en cuestión. Las aulas han cambiado de color. Hoy los educandos proceden de culturas diversas, sus bagajes y motivaciones difieren sustancialmente. Los alumnos de hoy necesitan mentores, profesionales comprensivos y cercanos que conquisten su confianza, a base de entrega y disponibilidad. La confianza no se impone, se conquista.
c)      EL CONTENIDO: Siempre será un medio, nunca un fin. Pero será imprescindible contar con una temática asequible, significativa, relacionada con los conocimientos previos, que permitan establecer una relación y un significado exacto. El tratamiento curricular debe adaptarse a los procesos adecuados para la asimilación y la elaboración de esquemas mentales. El dominio de los contenidos viene condicionado por una constante elevación de su complejidad, así como una lenta ascensión de los niveles de abstracción, con los que realizamos la elaboración, a través de las operaciones mentales que activamos, para la ejecución de las actividades programadas. Aquí necesitamos aludir a las leyes del aprendizaje significativo (Ausubel) que nos ayudan a entender los condicionantes que tenemos que tener en cuenta, para que el acto de aprender sea realmente un acto de aprendizaje significativo.
d)        EL MÉTODO: Aludimos necesariamente al estilo didáctico, a los pasos que vamos a seguir para impartir una lección y a la secuencia de procesos que definen el acto pedagógico. Estamos convencidos que éste es el elemento más integrador y más novedoso con el que nos podemos acercar hoy a los docentes. La cuestión inicial que mejor sintetiza este planteamiento es: ¿Cómo construimos la mente del alumno con los contenidos curriculares de una disciplina escolar? ¿Con qué actividades y con qué habilidades cognitivas -operaciones mentales- ayudamos al educando a procesar los contenidos que deseamos que aprenda? ¿Conocemos qué operaciones mentales exigimos que realice el alumno cuando le pedimos que resuelvan un problema? El método nos debe ocupar después una exhaustiva explicación de los diez pasos propuestos, que resumen las circunstancias más significativas con las que podemos guiar a los alumnos, para que aprendan ellos un camino que les lleve a la adquisición del conocimiento. Un método es  un itinerario personal que asimilamos y que nos sirve de pauta, sin que nos esclavice, pero que nos da autonomía y eficacia en la revisión de los procesos más esenciales para aprender. El profesor es quien debe asumir la tarea de modelar, para ir calando lentamente en la experiencia del educando y pueda hacer suyo este estilo de aprendizaje que se pone en juego en el aula. Se trata de un entrenamiento que permita jugar con soltura, pero es una síntesis coherente de estrategias y técnicas aprendidas, que crean automatismos, dan seguridad y eficacia para aplicarlas en cualquier disciplina y en toda circunstancia. Si queremos llegar a una meta, nos debemos preguntar qué camino seguimos. Esta elemental analogía es la que nos permite preguntar a todo profesor: ¿Cuál es tu método?, para, en seguida, desafiar a contrastarlo con sus colegas de equipo, no sea que tengamos que aprender otros modelos, para poder llegar a una síntesis que pueda servir de Pedagogía institucional, el método acordado con el que todos los docentes ayudamos a los alumnos a aprender a pensar: a pensar para aprender, y les hacemos crecer en autonomía.
e)      EL CONTEXTO Y EL CLIMA DEL AULA: Representa el resumen de las interacciones que rigen el principio dialógico en el que apoyamos nuestro paradigma mediador. Crear un ambiente de trabajo, despertar el interés por saber, compartir experiencias de aprendizaje, provocar el conflicto cognitivo y la necesidad de cooperar mutuamente en el hallazgo de la verdad, de la inferencia, de la inducción de principios y el insight de los conocimientos, es el auténtico talismán de la vida de la escuela. Estamos convencidos que lo que forma, lo que cala en la formación de valores y en las vivencias positivas que dan el armazón de la personalidad, se sitúa en el clima de acogida incondicional de la persona del educando, en las relaciones solidarias y en la mutua colaboración. El potencial enriquecedor que tiene la mediación entre iguales, tanto por la asequible adecuación de lenguaje, como el valor del compartir experiencias de búsqueda y de intercambio de puntos de vista, estrategias y enfoques personales, nos obliga a pensar en la eficacia de los auténticos “contextos modificadores” o potenciadores que propone Feuerstein. Aquí se forjan los hábitos de tolerancia, el mutuo conocimiento y comprensión, la aceptación de las diferencias y el afianzamiento de la propia personalidad, en contraste con los demás. Ésta es la condición para formar en la ciudadanía activa y en la responsabilidad ética y social del educando.
f)       LA CULTURA-VIDA-REDES: El medio en el que el alumno se mueve no puede ser una burbuja distanciadora. El aula es experiencia, trampolín, laboratorio, lanzadera para todos los ámbitos de la vida. Todo aprendizaje tiene como proyección la vida misma. El alumno necesita contextualizar los aprendizajes y conocer el marco referencial de su cultura, para poder asimilar y después poder extrapolar sus saberes. La cultura nos da claves, criterios, valores, estructuras, para poder comparar con un referente claro. Pero es fundamental hacer en el aula estas proyecciones a la vida, a las distintas situaciones en las que se van a contrastar nuestros conocimientos y nuestros valores aprendidos. No podemos evadirnos de otra realidad virtual que nos abre todavía más al horizonte universal en todos los aspectos imaginables con insospechadas riquezas. Resultarán imprescindibles las habilidades instrumentales para la comunicación, como el dominio de idiomas y el manejo de los instrumentos mediáticos. ¿Y por qué no salir de las aulas, por qué no conocer la empresa por dentro, por qué no dejar entrar en las aulas a quienes abren horizontes y pueden motivar a los jóvenes con su profesionalidad y su testimonio?

2.      A MODO DE SÍNTESIS: 

1.      EL VALOR DE EDUCAR: Todo educador necesita partir de una previa reflexión antropológica y psicopedagógica, para poder entender la educación como la experiencia imprescindible para la construcción del sujeto: personalización y socialización. La educación es experiencia ética. La educación es normativa, estructurante, transmisión de valores culturales, forja de autonomía, brújula, transformación y potenciación. El sentido etimológico de este concepto abre al sentido más interior y sublime en las relaciones humanas, que sella de trascendencia toda interacción pedagógica, pero que exige el absoluto protagonismo del educando.

2.      EL EDUCADOR-MEDIADOR: Debe poseer, ante todo, un coherente y maduro sistema de creencias y principios psicopedagógicos actualizados. ¿Con qué perfil y cómo realiza su función? Siempre existirá una oculta tensión de acercamiento y adaptación al educando, que interpela su profesionalidad. El profesor está en función del educando, es el primer modificado, él hace la escuela, evita el fracaso, previene, organiza, motiva, guía, profesional, con alta autoestima, porque conoce la trascendencia de su función social. Tiene dominio de las técnicas de aprendizaje mediado. Es dialógico, socrático, provocador, profesor pygmalion, vela sin presión en el acompañamiento y cercanía adaptativa al alumno.

3.      EL EDUCANDO: Centro, protagonista, referente. Merece el respeto de su identidad, de sus estilos cognitivos, sus ritmos de aprendizaje, pero sin prejuicios y sin caer en determinismos sobre sus problemas y necesidades. Todo proyecto tiene sentido cuando el educando es el centro, cuando todos los esfuerzos se orientan a su formación integral.

4.      LA NUEVA ESCUELA: Comunidad de aprendizaje, abierta a su contexto, a los nuevos métodos y técnicas, a las interpelaciones de nuestras sociedad. Trabaja en equipo para transformar y potenciar su entorno, proyectada a la vida. Tiene sus puertas abiertas a los diferentes aprendizajes: formal, no formal e informal. Integradora de expertos y profesionales, padres, culturas, valores.

¿QUÉ APORTA LA TEORÍA-PARADIGMA DE LA MEDIACIÓN?
-          El doble enfoque de aplicación: clínico –trabajo terapéutico con alumnos con discapacidades o necesidades educativas especiales- y escolar: adaptación de la mediación al trabajo de aprendizaje mediado en el aula.
-          Una fructífera revisión de conceptos esenciales de psicopedagogía (aprender, motivación, inteligencia, memoria, habilidades, insight, metacognición, transfer…), con la perspectiva de complementariedad con otros programas y métodos (Harvard, Lipman, De Bono, Gardner, Meichembaum, etc.).
-          Actualización y profesionalización, toma de conciencia de la tarea constructora y potenciadora del docente: Investigación, triangulación, observación participante… Ayuda a estructurar la mente del docente y a comprender el sentido de ayuda para construir la de los alumnos. Integra sus experiencias con un nuevo sentido formador.
-          Aporta integralidad, estructuración, cohesión a los principios que orientan la actividad docente: Conjuga teoría y praxis. Perfecta plataforma para la investigación-acción de los procesos constructores del educando.
-          Exige y refuerza la conciencia clara del cambio de producto a proceso: Experiencia analítica de las Funciones Cognitivas Deficientes –FCD-, discapacidades, al par que ayuda al diagnóstico de la dificultad concreta de aprendizaje
-          Aporta un nuevo estilo mediador de relación didáctica. Se prepara a disfrutar conociendo los elementos dinamizadores de la enseñanza-aprendizaje, para responder a la formación por competencias, a construir potenciando las habilidades desde la complejidad, interdisciplinariedad y la globalidad de los aprendizajes.
-          Ayuda a prender la flexibilidad y la adaptabilidad a los estilos de aprendizaje, ritmos, capacidad de asimilación y comprensión de las dificultades que cada alumno experimenta. Adquiere consistencia y coherencia, porque debe atender, tanto al alumno medio, como al de altas capacidades o con necesidades educativas especiales.
-          Al poseer un eje generatriz, sabe integrar nuevos elementos enriquecedores de otros programas, nuevos instrumentos, estrategias, modalidades, para dar más sentido y proyección a su propia experiencia y continuo aprendizaje docente.
-          Se siente abocado a la formación permanente, innovación e investigación, para responder a las cuestiones que se le plantean y a las hipótesis iluminadoras de la teoría de la mediación, síntesis de todos los métodos.
-          El resultado final de la mayor profesionalidad lleva a la coherencia, a la autoestima y al experimentar al gozo y al disfrute de desempeñar una misión que domina con soltura y que ejerce con deleite. Halla razones sólidas para sentirse feliz en su profesión.

CONCLUSIONES:
1.      Es la hora de aprender a aprender, como la metacompetencia en la que se proyectan y se dan la mano todas las demás competencias, para aprender a pensar y seguir aprendiendo toda la vida. Para poder aprender con método cualquier disciplina, para seguir desarrollando las habilidades que exige toda construcción cognoscitiva.
2.      El profesor mediador se convierte en un experto en organizar y formar por procesos. Sabe diagnosticar las disfunciones y dificultades de aprendizaje de los alumnos. Se siente dominador del método socrático, traduce las dificultades a cuestiones asequibles, atiende a la construcción social de la mente (Vygostki) en su labor de elevar constantemente la zona de desarrollo próximo –ZDP-, a través de la experiencia de aprendizaje mediado –EAM-.
3.      Se siente experto en didáctica, estratégico, metódico, aplicando con libertad los pasos del Mapa Cognitivo, como el camino síntesis del aprendizaje.
4.      Sabe moverse con soltura por las profundidades de la inteligencia, como constructor, tanto de la inteligencia cristalizada –a través de los contenidos específicos-, como la inteligencia fluida, por medio de la taxonomía de operaciones mentales hacia la lógica formal y el razonamiento abstracto.
5.      Llega a ser experto en motivación, guía del éxito, promotor de autonomía, referente de aprendizaje y de la búsqueda del saber.
6.      Es promotor convencido de otra escuela: Centrado en el alumno, innovador, investigador, proyectado en redes, abierto a las riquezas y necesidades del entorno, trabaja en equipo. Sabe que la educación tiene una misión social transformadora y enriquecedora.

¿QUÉ TIPO DE ALUMNO QUIERE FORMAR?
-          Una persona consciente de su tarea formativa, protagonista del camino de interioridad personal e insustituible.
-          Un alumno ético, responsable, libre, solidario.
-          Un alumno que siente sed de aprender, que sabe aprender a aprender, que tiene método, que disfruta de autonomía y goza aprendiendo.
-          Un alumno sensible, comprometido, humanista, crítico.
-          Un alumno con alto potencial de aprendizaje, con capacidad de abstracción y dominador del mundo simbólico y creativo.
-          Un alumno crítico, libre, que no se deja manipular.
-          Una persona profunda, espiritual, trascendente.



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