CUALIDADES DE UNA BUENA MEDIACIÓN
EDUCATIVA
Lorenzo Tébar
Belmonte
Hay
innumerables educadores que tienen auténtico arte y que realizan modélicas
mediaciones, incluso sin conocer la teoría de la mediación. Pretender designar
como “buena” una mediación, debe entenderse desde una serie de criterios y en
unas circunstancias concretas que permitan valorar positivamente una EAM,
confiando que consiga los objetivos deseados por los docentes.
Aunque
es imposible desglosar los elementos culturales, de los actitudinales,
cognitivos, axiológicos y pedagógicos, aquí nos vamos a ceñir específicamente a
los que hacen referencia a la didáctica de una determinada materia, pues en
todo momento estaremos aludiendo a una situación de enseñanza-aprendizaje,
acompañada por un buen mediador.
1.
MEDIACIÓN
ADAPTADA:
Hay condicionantes específicos de la adaptación, pero no podemos nunca
prescindir del primer determinante de esta simetría, cual es el sujeto que
aprende. Mediar a un educando exige tener en cuenta los aspectos antropológicos
más elementales: conocer al educando, su edad, su contexto sociocultural, su nivel
de conocimientos previos, su maduración intelectual, su estilo cognitivo, motivación,
etc. Sólo controlando todas estas variables podríamos conseguir el ensamblaje
más elevado en el momento de nuestra intervención, para atravesar la puerta del aprendizaje
significativo. Si quisiéramos ahondar en el estilo de relación personal,
podríamos insinuar la conveniencia de lograr la empatía y plena confianza del
alumno que nos pide la ayuda, la mediación, como recurso potenciador. Y no
menos importante es la contextualización de los contenidos y significados de
los aprendizajes, a fin de encontrar el nexo que permita una relación
estructurante con los conocimientos que el educando posee. Estamos en la
corriente óptima de lograr un clima saludable de enseñanza-aprendizaje.
2.
MEDIACIÓN DE LA
MODALIDAD:
Saber seleccionar la modalidad que más conecta con el estilo cognitivo del
educando y que mejor despierta su interés e implicación, es una primera muestra
del arte mediador. Crear sintonía con las formas o ropajes que transportan la
información es ya una gran herramienta de trabajo. La creatividad es el móvil
que inspira al docente en la selección de la forma de presentación de contenidos,
sin excluir los posibles cambios posteriores y su transformación, a medida que
el educando supera etapas básicas de aprendizaje. El uso de códigos nuevos o
lenguajes extraños exige un cuidado en presentar esta novedad, para asegurar el
éxito del aprendizaje. En ningún momento podemos perder el empeño de ahondar en
la enorme potencialidad simbólica que tienen los distintos ropajes en que
aparecen envueltos los contenidos y la permanente actividad transformadora que
desafían el trabajo del educando. Este es uno de los grandes justificantes de
la tarea imprescindible del profesor mediador.
3.
MEDIACIÓN DE
NIVELES DE REALIZACIÓN: Se trata de una serie de combinaciones que revelan
la atención del mediador para adecuar convenientemente los dos elementos esenciales
para conseguir plena eficacia o éxito en los aprendizajes. Nos referimos al a) Nivel
de complejidad: Desde la profesionalidad y conocimiento de la
disciplina correspondiente, el mediador selecciona el contenido más o menos
fácil, según las metas de la mediación: facilitar, provocar el conflicto o el
cuestionamiento que lleve al hallazgo, para avanzar con otras actividades más
novedosas, extrañas, difíciles, con mayor número de elementos. La falta de
familiaridad en la misma modalidad de trabajo –por ejemplo la representación
gráfica de datos de población- es un elemento que eleva la complejidad de una
tarea poco habitual, que exige del educando un adiestramiento en la lectura e
interpretación de las gráficas o el dominio de cualquier expresión simbólica. El
buen mediador no puede nunca prescindir del arte de cuestionar para llevar al
educando a la verbalización precisa, que hace que cristalice el pensamiento y
consigamos una comprensión exacta de los aprendizajes. b) Nivel de abstracción: Es
un punto crucial en el proceso de aprendizaje, pues aquí vamos a combinar las
actividades mentales que el educando tiene que poner en acción para resolver
los problemas. El dominio de estas habilidades mentales por parte del docente,
es un punto clave, pues todo crecimiento está condicionado a la progresiva
elevación de la abstracción- actividad interiorizada- que exige del alumno
total implicación. Se busca la agilidad mental del atleta de la inteligencia.
Es necesario crear un dominio de los conceptos que se empleas en la metodología
(síntesis, inducción, analogía, etc.) y una especie de automatismo mental que
permita al alumno el disfrute en la expansión de su mente y en la capacidad
para elaborar cada día con mayor precisión y profundidad. La abstracción exige
concentración de la atención, silencio, esfuerzo, pero también un buen dominio
de estrategias que le permitan crear sus imágenes mentales y el control de los
procesos representacionales que siga. c) Nivel de eficacia: Es la meta
de todo aprendizaje. Si combinamos bien los dos niveles de actividad anteriores
estamos en el auténtico camino de la formación de competencias y, al mismo
tiempo, del momento más gratificante de todo acto de aprendizaje: la
autoestima, el descubrimiento de que es capaz de aprender. Y con estos dos
elementos logramos que se incremente la motivación, el elemento talismán que
lleva a invertir más energía cada vez en el logro del éxito. No podemos olvidar
la importancia que tienen los “microcambios” en los alumnos, cuando se trata de
adecuar nuestras mediaciones a las posibilidades de cada uno, pues cada alumno,
según sus posibilidades, debe llegar a constatar y ser consciente de cómo
consigue avanzar en su itinerario de aprendizaje.
4.
SELECCIÓN DE LOS
CRITERIOS DE MEDIACIÓN: La buena mediación debe ajustarse a las
necesidades que en cada momento vamos descubriendo en los educandos. En el
clima de interacciones permanentes que se libran en toda EAM, sea con
referencia a la impulsividad, al compartir, al sentimiento de competencia o a
los valores, sean culturales o sociales-,
no debemos olvidar los tres criterios que deben presidir toda
experiencia de aprendizaje, pues son los que elevan el sentido de la
intervención para que el alumno adquiera plena conciencia de su trabajo bien
hecho: a) Intencionalidad-reciprocidad: No puede olvidarse el docente
mediador que con su interacción se propone llegar a conseguir algún objetivo
concreto –sea actitud, estrategia, valor, concepto, etc-. Para que el alumno tome
conciencia del intento que está compartiendo, debe conocer la meta a la que hay
que llegar. Para ello se precisa la explicitación del mediador, que garantiza,
al mismo tiempo, que el alumno sepa de qué evaluarse y si ha tenido éxito o no
en su tarea de aprendizaje. La reprocidad viene a confirmar la implicación del
alumno. b) Significatividad: Se revela este criterio cuando el mediador
consigue que el alumno descubra las relaciones de los nuevos conocimientos con
otros anteriores o con disciplinar cercanas a su mundo de saberes. En este
ámbito de relaciones debemos evocar el enfoque multidisciplinar de los
aprendizajes, para que los alumnos vean patentes las conexiones y las armonía
de guarda el mundo del saber. Tampoco podemos olvidar que la primera condición
de la significatividad se halla en la adecuación de los contenidos propuestos a
la capacidad de comprensión –madurez del alumno- para poder aprender dichos
contenidos. El docente debe conocer, cuando propone un problema, cuál es el
nivel de abstracción que exige esa actividad al educando. Tal vez en este
criterio esté la mayor dificultad de todo el proceso de comprensión. c) Trascendencia:
Los alumnos se desmotivan, no llegan a aprender, por no ver el sentido de los
aprendizajes ni saber para qué sirven ni dónde van a poderlos aplicar algún
día. Pero tampoco podemos olvidar la enorme carga que todo pensamiento
trascendente posee, ya que este salto a situaciones futuras – a veces
desconocidas, pues no caen en el campo de experiencias vividas por los alumnos,
exigen una enorme carga de abstracción, pues en ningún caso se visualiza esa
situación previsible. El fallo en la trascendencia de los aprendizajes incide
en la toma de decisiones y revela el nivel de elaboración mental o la carencia
de desarrollo lógico en las personas. Se puede afirmar que la falta de
trascendencia revela un bajo nivel de desarrollo de la abstracción mental del
sujeto.
5.
MEDIACIÓN DEL
CONFLICTO COGNITIVO:
Si acostumbramos a definir al buen mediador como un buen provocador –de
conflictos cognitivos- es porque su mejor arma es el arte de preguntar. Es la
primera forma de despertar la duda, las distintas formas de contemplar un tema,
ampliar el campo mental y despertar la sed de aprender. El desequilibrio es un
recurso permanente de mediación, que debe llevar al alumno a la búsqueda, a
elaborar su pregunta que le saque de esa situación transitoria ineludible para
aprender, según Piaget. Contrastar dudas, cuestiones de otros alumnos, es
también una forma de provocar la mediación entre iguales para que surja el
debate o se aclaren los dilemas. El manejo del conflicto cognitivo resulta de
enorme eficacia para el aprendizaje comprensivo y para despejar dudas. Podemos
recurrir a cualquiera de las etapas de nuestro método para descubrir los
conflictos que se van provocando, pues el simple salto de una tarea que exige
un pensamiento inductivo a otra de carácter deductivo, requiere del alumno un
esfuerzo de acomodación a las exigencias de dicho proceso. El desafío de este
recurso exige atención y arte regulador en cantidad y calidad del mediador,
para ajustar la dosis de dificultad conveniente a las capacidades y a otras
peculiares diferencias de los alumnos.
6.
ELEVAR EL NIVEL
DE POTENCIAL DE APRENDIZAJE: El trabajo exigente de ir elevando el listón de
los procesos de aprendizaje compete al profesor mediador, que debe contar con
el conocimiento personal del educando, así como de sus conocimientos previos.
La constatación de cada alumno de su potencial oculto es uno de los elementos
más ricos para ayudarle a la toma de conciencia de lo que es capaz y de cómo se
incrementa nuestra posibilidad de aprender con mayor rapidez y eficiencia,
ahorrando tiempo y energía para adquirir conocimientos que, de otra manera,
tardaríamos un tiempo ilimitado y sin la calidad que aporta un buen mediador. ¿Cómo
conocer la elevación del potencial cognitivo? Sin duda que la tarea esencial
consiste en dominar los estadios cada vez más abstractos y más exigentes de
interiorización que marca la taxonomía de las habilidades de pensamiento o las
operaciones mentales. En este cometido se pone en evidencia la pericia del
profesor mediador, al saber traducir a actividades diversas o activación de
habilidades cognitivas las formas con las que trabajar los contenidos
curriculares. Aunque sigamos elevando el nivel de complejidad y de abstracción,
cada uno de estos dos ámbitos expresan un aspecto distinto de la didáctica
particular. Al seguir los pasos de los programas para enseñar a pensar
descubrimos las cimas, a los procesos cognitivos superiores (Vygotski) a los
que está llamado todo educando: Resolución de problemas, toma de decisiones,
pensamiento crítico, etc., a los que todo alumno debiera acceder… Y,
definitivamente, al conocer, adquirimos una capacidad para medir lo poco que
sabemos, en relación a lo mucho que nos queda por aprender, para llegar al
nivel de desarrollo que seríamos capaces, si tuviéramos todas las oportunidades
y todos los medios para aprender de la forma más eficiente y experimentar la
audacia y el gozo de saber. Todo educando debe escuchar en algún momento de
labios de sus profesores, la frase del premio Nobel de Física polaco, George
Charpak: Sed sabios, convertíos en
profetas.
7.
APORTAR UN
MÉTODO EFICAZ DE APRENDIZAJE: Se incurre en muchos casos en el
reduccionismo de los métodos, como si fueran una combinación más o menos
secuenciada de estrategias. El método es el camino que nos lleva a una meta,
como indica su origen etimológico. Pero los docentes no podemos olvidar que un
método es la síntesis y aplicación de una teoría pedagógica que nos permite
seleccionar unos pasos concretos para lograr unos objetivos, que en cada
didáctica son distintos en cantidad y en orden. No hay un método único, aunque
la prevalencia del método científico constituya un paradigma aplicable a
cualquier disciplina, por lo que tiene de reproducible, siempre que cumpla sus
condiciones esenciales y dentro de una constatación empírica. El método
pedagógico en las aulas es uno de los temas de más urgente revisión y de mayor
complejidad tiene hoy, al encontrarnos con la diversidad imperante en la
educación: culturas, niveles, disciplinas, lenguajes, etc. La importancia del
método surge de la necesidad de que cada alumno consiga disponer de un método
de estudio, síntesis de los elementos comunes de su experiencia de aprendizaje
en el aula. ¿Qué elementos comunes puede aprender un alumno de cada uno de sus
profesores? ¿Acaso no hay elementos esenciales en la enseñanza que nos permitan
hablar de la pedagogía de un Centro educativo? La demanda de los padres de los
alumnos de un “Manual de instrucciones”, para ayudar a sus hijos a aprender, en
la línea del centro escolar, entra en la lógica de saber cuál es la forma mejor
y más adecuada para el aprendizaje de cualquier disciplina. Los conflictos
lectores están poniendo al descubierto a diario las lagunas de los docentes
sobre la metodología más idónea para aprender a leer y para ser más eficientes
con la primera herramienta en su vida escolar. El debate sobre las causas y la
remediación de la dislexia lo pone al descubierto en muchos países. Reuven Feuerstein
sintetiza su propuesta en los siete pasos del mapa cognitivo, que
posteriormente ampliamos a diez etapas en nuestra investigación, justificando y
conjugando en dicha síntesis, los rasgos del perfil del profesor mediador con
los diez peldaños que responden a esa forma de ser profesor hoy, conforme a la
Pedagogía de la Mediación.
8.
DESPERTAR
INSIGHT:
La tarea mediadora se orienta constantemente a hacer consciente al alumno de
cada uno de sus procesos de aprendizaje. Ser consciente es avanzar un paso
hacia la responsabilidad, sabiendo pesar el alcance de cada uno de nuestros
actos. Es ésta una experiencia analítica y, a la vez, clínica, que sirve para
diagnosticar la causa de los éxitos y de los fracasos de cada alumno. Esta
experiencia puede entenderse como una aventura imposible en determinados
ambientes. Todo es cuestión de ser capaz de comprobarlo con distintos alumnos,
desde los primeros momentos en los que descubrimos las necesidades de
intervención, con los medios adecuados y de una forma sistemática. Que el
alumno tome conciencia de su forma de aprender, de controlar su impulsividad y
ser sistemático, de saberse capaz, de ser crítico, de descubrir el sentido de
los aprendizaje…, es una prueba de nuestro sistema de creencias, de nuestras
convicciones profesionales. Si el profesor no ha comprendido las aportaciones
de la Experiencia de Aprendizaje Mediado para sí, es muy difícil que pueda
hacer esta experiencia con otros. La resistencia al cambio de los docentes
tiene su causa fundamental en las teorías implícitas que guías su forma de
entender la enseñanza-aprendizaje, condicionada siempre por sus propia vivencia
–son las “teorías implícitas”-. También hay que hacer notar que éste es uno de
los saltos más notables y más ausentes en las experiencias de los docentes,
conforme se comprobó en las hipótesis que guiaron nuestra investigación.
Justamente porque el insight es un salto en el vacío hacia la abstracción,
hacia un nivel mayor de interioridad en el educando, pues el insight implica
una doble operatividad interiorizada: Por una parte la capacidad de globalizar,
elaborar principios generales que abarquen conceptos que sólo la capacidad
lógica nos permite. Traducir una experiencia de aprendizaje en un principio
general es una actividad fruto de la maduración mental lógica. Pero también el
insight es la capacidad de saltar, de extrapolar y descontextualizar los
aprendizajes, ya que se logra la iluminación o el discernimiento de otros
alcances superiores, que atañen a los conocimientos que acabamos de incorporar.
No podemos olvidar en este ámbito las interesantes aportaciones que nos ha
transmitido John Flavell en un concepto tan rico como pertinente como es la
metacognición. Podríamos afirmar que no se da auténtico aprendizaje sin
metacognición, sin ser conscientes de cómo aprendemos, cómo organizamos
nuestras representaciones y cómo recuperamos nuestros conocimientos para
servirnos de ellos. Es una convicción poco extendida que la auténtica
metacompetencia es la de aprender a aprender y aprender a pensar, ya que esta
actividad consciente está en la base de cualquier tipo de aprendizaje y regula
todos los procesos que intervienen en ella.
9.
TRANSFER O
APLICACIÓN DE LOS APRENDIZAJES: El argumento de que los alumnos no
saben para qué aprenden ni para qué sirven sus aprendizajes es una auténtica
falacia que denuncia las carencias los métodos docentes. Justamente nos
hallamos ante uno de los aspectos más ampliamente reconocidos por los docentes.
El aprendizaje memorístico y repetitivo ha minado el potencial de aprendizaje
de los alumnos, pues se ha enseñado sin sentido y se ha aprendido para olvidar.
El salto de la enseñanza al aprendizaje marca uno de los aspectos más
revolucionarios del paradigma que estamos intentando difundir. El transfer es
difícil de realizar cuando la falta de comprensión y de madurez del alumno no
le permite conocer el campo semántico ni el de aplicaciones de sus
aprendizajes. La ausencia de formación humanística de los alumnos de hoy les ha
desprovisto de la fuente de interpretación de nuestro léxico materno. No es
fácil que un alumno puede llegar a saber el significado etimológico de ciertos
vocablos, comúnmente usados: fotografía, agropecuaria, canódromo o hipopótamo,
etc., porque no tiene un vocabulario básico grecolatino. Pero aún, a sabiendas
de las tendencias positivistas y pragmáticas de los aprendizajes actuales, no
podemos dejar de subrayar que esto mismo se produce a todos los niveles en el
desarrollo de habilidades de pensamiento que nos sirven para todas las
disciplinas, cuando realmente hemos aprendido a pensar. Las actividades de
aprendizaje pueden ser diversas, pero finalmente todas ellas se repiten con
unos u otros contenidos en todas las operaciones mentales que debemos realizar.
En conclusión, todos los docentes debieran llegar a esta convicción: A través
del trabajo intelectual que exigen las actividades de cada una de las
disciplinas, dada docente contribuye a la construcción de la mente de los
alumnos. Las distintas materias curriculares son un medio, en el que se desarrolla
una idéntica taxonomía de habilidades de cognitivas que constituye el auténtico
armazón de la formación intelectual de los alumnos. En el transfer, en el salto
a las diversas realidades de la vida en las que se pueden proyectar la
aplicación de los aprendizajes es donde se ve más imprescindible el rol del
profesor mediador, que amplifica y alarga la utilidad y la validez de los
aprendizajes.
10. EVALUACIÓN: Tal vez sea el punto de conflicto más crítico
para los docentes, pues en él se revisan y constatan los frutos de su trabajo.
Evaluamos para obtener la información que precisamos para ir tomando decisiones
que mejoren nuestros resultados. La evaluación nunca nos da la respuesta
compleja de una actividad compleja como es la educación – no exclusivamente una
instrucción reduccionista y aséptica-. Todo proceso de evaluación debe estar en
relación con nuestros métodos de enseñanza-aprendizaje, conforme a la forma
como el alumno ha aprendido. Las evaluaciones de PISA, promovidas desde la OCDE
son la prueba más fehaciente de la distancia entre una forma de evaluación y la
falta de conocimiento de ese nuevo paradigma. Resulta paradójico someter a los
alumnos a ciertos exámenes, para los cuales no han sido preparados, fórmulas
que nunca han practicado o problemas en los que no se han ejercitado. Las
evaluaciones están condicionadas a saber previamente qué queremos obtener de
ellas, pues las diversas formas, cualitativas, cuantitativas, según criterios o
selectivas, apuntan a unas determinadas cuestiones o a fomulaciones abiertas,
donde más se espera descubrir la capacidad analítica y crítica del alumno que
unos datos matemáticos, por la aplicación de una fórmulas aprendidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario